LA MANSIÓN
Llevo un tiempo queriendo escribir algo de miedo y misterio, y que mejor publico para juzgarlo que vosotros, aquí os dejo parte de la historia, espero que os guste, todos los días os iré subiendo algo.
¡¡ Espero vuestras opiniones!!
LA
MANSIÓN
−
¡ Es increíble! Jamás pensé que
encontraría la casa perfecta − Le dije a mi amiga Lisa − Ahora tengo que
dejarte, aún me queda mucho trabajo por hacer, tengo que desembalar todo en
cuanto esté todo en orden te avisaré para que vengáis.
Llevaba
un tiempo buscando una casa así, desde que decidí salir del bullicio de la
ciudad, dejando atrás mi trabajo de abogada para encontrar mi propia paz
interior, es lo que había estado soñando. Cuando la vi en el catalogo de la
inmobiliaria supe que era la casa que quería y cuando la visité me enamoré de
ella hasta el punto que enseguida decidí trasladarme a pesar de las negativas
de mi madre.
−
¡Rachel estás completamente loca! Irte ahí sola en mitad del campo, teniendo tu
piso, aquí en la ciudad con todo lo que necesitas.
−
¡Mamá se acabo! No voy a hablar más de esto, la decisión está tomada y me
marcho mañana Grandtully, os guste o
no. − Dije dando un portazo al salir de la casa.
Sé
que me trasladaba a cien kilómetros de mi ciudad, pero era un renacer en mi
vida, después de mi divorcio con John, si algo tenía claro es que necesitaba
alejarme de todo lo que me rodeaba y buscarme a mí misma, últimamente me
encontraba muy perdida, nada me satisfacía ni llenaba mi vida, era un cambio
drástico pero necesario en mi camino.
La
casa es cierto que está aislada de todo,
cerca de la localidad de Grandtully
(Escocia), pero solitaria, para acceder a ella hay que desviarse por un pequeño
camino de tierra, y como a quince minutos de recorrido por el estrecho camino
se encuentra la mansión de dos plantas rodeada de gran cantidad de árboles,
¡naturaleza! no edificios y contaminación. Por fuera tiene un aspecto viejo, ya
que según me contaron en la inmobiliaria fue construida en 1806, siendo
abandonada en 1932. Pero por dentro se conserva
impecablemente, tendría que cambiar alguna cosa para que poco adquiera
un aspecto más moderno, pero por ahora tengo lo que necesito, soledad, paz y
una preciosa casa.
********O*******
Después
de colgar a Lisa, continué sacando ropa y colgándola en el armario, miré la
cama con algo de grima, era una antigua cama de dosel, debía de ser de los primeros
dueños por el aspecto antiguo que tenía, quité la colcha floreada y las sabanas
blancas que tenía, ¡Las tendré que tirar! ¡A saber quien ha dormido aquí! −
Pensé − sacudí un poco el colchón como pude
para retirar el polvo de años y le puse mis sabanas de raso azul,
tratando de adaptarlo a mí lo más posible hasta que en una semana viniera el
camión de la mudanza con mis muebles.
Una vez terminé me asomé por la cristalera de la puerta a la terraza que
había en la habitación, pude observar el ligero contoneo de las hojas de los
árboles y como comenzaba a anochecer. Abrí la ventana para que refrescara un
poco el ambiente, ya que si algún problema tenía la casa era el calor que hacía
en su interior, y me dirigí a la ducha.
Estuve
un rato debajo del agua caliente relajándome. Me encontraba totalmente agotada,
nunca había pensado que una mudanza cansara tanto. Sequé mi larga melena
pelirroja, era lo que más le gustaba a mi ex marido John de mí, siempre me
decía que tenía un pelo muy hermoso y unos ojos grises que daban miedo. La
verdad si no se hubiera desvivido por su bufet de abogados hubiéramos sido muy
felices, pero él lo único por lo que vivía era por su trabajo o eso pensaba yo
¡ingenua de mí! Cuando descubrí que tenía una relación con su secretaria me
hundió como persona, siempre he sido una persona que aunque intento trasmitir
seguridad realmente soy insegura, aunque también tengo cosas buenas soy muy
paciente, pasional y divertida ¡Lástima que no lo supiera ver! o lo haya visto
tarde, cuando ya me había perdido. Recogí el pelo en una especie de moño, me
puse un pijama de verano, pantalón corto y camiseta de tirantes y me puse a
hacer la cena, bueno más bien a intentarlo, porque no era capaz de hacer que
esa cocina de carbón funcionara, así que opté por hacer una ensalada.
La
cocina era enorme, con un gran arco que le daba acceso, y dos ventanales junto
a una puerta de cristal para salir a la parte trasera de la vivienda, y el
salón increíble, según entras tiene a mano izquierda dos enormes sofás antiguos
y una mesita de mármol central, junto a una enorme librería, en el lado derecho
varios sillones individuales junto a tres enormes ventanales y un ojo de buey,
de frente una puerta que da al comedor ¡Podré hacer grandes fiestas! − Pensé el
primer día que lo vi − con una gran mesa y una preciosa chimenea.
Una
vez terminé mi deliciosa ensalada, no es por nada pero soy una magnifica
cocinera, cogí un libro de aventuras, y me senté un rato en salón a leer antes
de dormir, echaba de menos la televisión pero al igual que mis muebles no
vendría hasta dentro de una semana, así que tendría que tener un poco de
paciencia.
Llevaba
como media hora leyendo, cuando la luz comenzó a tener como pequeñas subidas y
bajadas de tensión ¡Vaya! como esto sea así siempre tendré que llamar a un
electricista, tanto tiempo deshabitada la casa algo tenía que pesar − Pensé −.
Cansada del baile que tenía la luz yendo y viniendo me fui a dormir, además
tampoco me vendría mal acostarme, necesitaba descansar ya que al día siguiente
me esperaba un día igual, limpiar, colocar cosas...
********O********
Me
desperté con los primeros rayos de sol que entraban por la gran ventana de la
habitación. Me di la vuelta refunfuñando y tapando mi cara con la almohada.
definitivamente tengo que comprar unas cortinas, es temprano y me encontraba
más cansada que la noche anterior. Debe ser por los nervios del cambio y estar
en una cama distinta a la mía, pero había pasado una noche horrible, un sueño
ligero y además soñando cosas sin sentido que por más que intentaba recordar no
conseguía.
Cuando
me aburrí de escuchar a los pájaros, y de encontraba asfixiada con la almohada
encima de la cabeza me levanté como un zombi, me bebí un zumo de naranja y unas
magdalenas, pero notaba un cansancio físico que no era normal, un baño me
ayudará − Pensé − y eso hice. Preparé un caliente baño de espuma y me dejé
llevar por la maravillosa sensación de tranquilidad que invadía. Estaba
completamente relajada con los ojos cerrados, cuando... ¡No puede ser! Rachel
es una casa vieja − me dije a mi misma − volví a cerrar los ojos.
−
Tap, tap, tap...
Me
incorporé en la bañera asustada, observaba el pasillo, lentamente sin quitarle
ojo, salí del agua poniéndome el albornoz rosa que me había regalado John en el
último cumpleaños que pase con él, y me asomé sigilosamente, para ver si había
algo fuera.
−
¡Rachel! Relájate, el estrés te está jugando una mala pasada − Dije en alto.
Mirando
en el espejo como poco a poco mi cara de pánico iba recuperando la expresión,
hice un leve movimiento con la mano para echar mi pelo hacia atrás, ¡Cuando lo
vi!
−
¿Y esto? ¿Cuándo me lo hice?
Vi
como mi rostro palidecía de nuevo, tenía tres arañazos superficiales en mi
cuello, marcados como tres líneas rojas, los palpaba con mi mano pero no sentía
ningún dolor.
−
Rachel, ya está, tranquilízate, estas estresada, has dormido mal, seguramente
te arañaste sin querer en uno de los sueños, y los ruidos bueno... es una casa
vieja es normal que las tuberías, las maderas produzcan ruidos. − Dije tratando
de buscar una explicación racional.
Respiré
hondo, me di una ducha rápida para quitarme los restos de espuma que aún
tenía e intenté ponerme tranquilamente a
seguir colocando cosas. Un poco más tarde, sonaba la puerta de la calle, era el
antenista, que venía a colocar la antena, para cuando tuviera mis cosas aquí
pudiera distraerme y ver esas películas románticas que tanto me gustan ¡Qué
pena que no sucedieran las cosas así en la vida real! Mientras él hombre y sus
dos jóvenes ayudantes se ponían a pasar cables de un lado a otro antes de subir
al tejado, yo proseguí con mis labores, solo tenía limpias mi habitación, la
cocina, el baño principal y el salón.
Entre
en una de las habitaciones, que había en la planta baja, ya la había visto
cuando vi la casa por primera vez, era un despacho antiguo, con muebles de
madera caoba y con diversas figuras talladas, tenía una chimenea, las paredes
forradas de un papel rojo con figuras geométricas, dos sillones en la misma
tonalidad, unas viejas estanterías colgadas en la pared con libros, por los que
por cierto sentía gran curiosidad y pequeño mueble bar. A pesar de que era de día, se echaba de
menos una ventana, no conseguía entender como un despacho podía estar en una
habitación tan oscura, y encima en esas tonalidades, el caso es que a penas se
veía en el interior, al dar la luz le daba un tono más fúnebre. Nada más entrar
lo primero que vi encima de una de los sillones un sombrero de caballero, por
el aspecto era muy antiguo. Lo eche en una bolsa que llevaba para tirar cosas y
comencé a limpiar la habitación.
En
uno de los cajones del escritorio encontré, varias fotografías en blanco y
negro parecían bastante antiguas, las expresiones las notaba raras, algunas de
ellas parecían estar hechas en la casa, concretamente en el salón, viendo una
de una mujer con la expresión demacrada, mis manos se abrieron a la par,
haciendo que cayeran todas las fotos al suelo.
−
¿Que mierda es esta? Están... están muertos...
Estaba
completamente absorta mirando las fotos en el suelo, intentando que mi mente
procesara lo que acababa de ver.
−
Disculpe señora − Dijo uno de los jóvenes, haciéndome pegar un bote y por poco
un grito.
−
S... Si − Dije tragando saliva y recogiendo las fotos del suelo a la par que
las metía en la bolsa de basura − Necesitamos la llave del ático para poder
subir al tejado − dijo el joven mirándome extrañado por mi actitud nerviosa.
Después
de darle la llave del ático no quise dar más importancia a lo sucedido y
continué con lo mío. Por la noche
después de la tensión de por la mañana, me encontraba más tranquila, pero
seguía agotada. Me tumbé en la cama quedándome dormida enseguida.
−
¡Nooooo! ¡Nooo! − Gritaba una y otra vez, mientras intentaba agarrar a la
mujer.
Ella
solo me miraba, pero parecía no entender lo que la decía, y continuaba su fatal
camino, subiendo a la barandilla del balcón. Estaba de pié con la mirada
perdida hacia la lejanía sin mirar ningún punto en concreto. La vi levantar un
pié alzándolo al vacio, me abalancé sobre ella tratando de agarrarla en vano ya
que la fuerza de mis manos no fue suficiente, cayendo finalmente al vacio no
quise mirar, cerré fuertemente los ojos, a pesar de que notaba un espeluznante
dolor en uno de mis dedos.
−
¡ Nooooo! − Volvía a gritar incorporándome en la cama.
Me
encontraba completamente empapada de sudor, el ritmo del corazón era mucho más
rápido de lo habitual, casi podía notar cómo me subía por la garganta
intentando escapar. Salí de la cama, y con cierta cautela, salí al balcón
mirando hacia abajo, todo estaba completamente en silencio fuera, y en el suelo
no había nadie, pero... había sido tan real el sueño, volví al interior de la
habitación para ir a la cocina a por un vaso de agua, cuando noté que me dolía
mucho el dedo anular de mi mano derecha, por la agitación de antes no me había
percatado hasta ese momento.
−
¡Mierda! − Exclamé sorprendida, tenía la uña levantada y el dedo lleno de
sangre.
Salí
corriendo al baño, abrí el grifo y mientras el agua fluía introduje mi dedo en
el chorro, me puse una tirita y ahora sí baje a la cocina. Me preparé una té y
me senté en un viejo taburete mientras me fumaba un cigarro e intentaba
comprender que estaba pasando ¿Por qué esos sueños? ¿Y por qué me lesionaba por
las noches? Definitivamente el estrés me estaba matando. Eran solo las cuatro de la mañana y estaba
convencida de que ya no quería volver a la cama, así que cogí mi libro, una
manta, lo que me faltaba del té y me acoplé en el sofá a intentar distraer mi
mente con la lectura.
Con
los primeros rayos de sol, decidí que era momento de ponerme a seguir
recogiendo el antiguo despacho, desde luego no había pasado las dos mejores
noches en mi nueva casa, pero estaba segura que para nadie es fácil cambiar las
cosas de la noche a la mañana, quizá estaban comenzando a salir mis miedos, y
el sufrimiento que había pasado todo este tiempo con el divorcio. Pero si de
algo estaba segura, es que no iba a consentir que mi mente me traicionara y estropeara
lo que tanto ansiaba.
Continuará.....
Continuará.....
Poco
a poco iban pasando los días y yo tranquilizándome con ellos, mi mente y mi
cuerpo se adaptaban al cambio. ¡Hoy es un gran día! viene mi amiga Lisa a pasar
el día conmigo y me traen mis muebles, aunque de lo que realmente tengo ganas
es de tener mi televisión. El día comenzó pronto para mí, lo primero que hice
fue acercarme al pueblo a comprar.
Una
vez llegué de nuevo a la mansión estaba esperándome Lisa en la entrada.
−
¡Lisa! − Dije mientras corría a darle un abrazo.
Lisa,
era mi mejor amiga desde pequeña, nos conocimos el colegio, con apenas seis
años, y nos convertimos en inseparables, si algo echaba de menos de mi vida
anterior, eran los largos paseos que dábamos las dos siempre y cuando el
trabajo nos lo permitía, las compras con ella, y nuestras confidencias. Ella se
casó con un compañero suyo de carrera. Scott, los dos son fiscales, aunque,
después de años de carrera, regentan una tienda de antigüedades en Dumfries.
Entramos
dentro de la casa, y mientras colocaba
la compra, Lisa preparó unos trozos de queso y un par de copas de vino.
−
¿Te adaptas bien al cambio? − Me pregunto mi amiga − Porque yo te echo mucho de
menos. − Yo también Lisa, ya lo sabes, pero esto era necesario para mí.
−
Por cierto ¿Y Scott?
−
Scott tenía que abrir la tienda, por eso no ha venido, pero viendo lo grande
que es la casa, ya nos escaparemos algún fin de semana.
−
Cuando quieras, las puertas siempre estarán abiertas para vosotros.
La
enseñé toda la casa, de hecho estuvimos hablando de cuál sería su cuarto cuando
vinieran a visitarme, hasta que nos sorprendió el timbre, ¡Ya estaban aquí el
resto de mis cosas! Nos pusimos las dos a colocar lo poco que pudimos hasta la
hora de comer. Después tomamos un café tranquilamente en el jardín trasero. Me
encontraba plenamente feliz, ¡Esto es vida! − Pensé − de charla con mi mejor
amiga y en la casa de mis sueños.
−
¡Oye Lisa! ¿Qué te parece si damos un paseo por la finca? Aún no he tenido la oportunidad de hacerlo, y
me gustaría saber hasta dónde llega la arboleda.
−
Pues claro, es más ¡Me encantaría!, la verdad es que parece grandísima.
Fui
a la habitación a recoger un par de chal, ya que aunque hacía algo de calor
corría una ligera brisa, que a veces podía resultar incomoda. Una vez listas
comenzamos a adentrarnos en la espesura de los árboles y matorrales.
−
Tendrás que realizar una buena limpieza a esto − Dijo Lisa, tratando de apartar
unas ramas medio caídas.
No
sé exactamente cuánto andamos, pero la finca parecía no tener fin, había lo que
parecía un antiguo jardín con una fuente de mármol ennegrecida por el paso de
los años, y unos bancos de piedra alrededor, se encontraba en un lugar alejado
de la casa, así que para mí fue sorpresa encontrarlo, comencé a imaginarme con
ello arreglado un rincón perfecto para mis lecturas en plena naturaleza.
Continuamos por sendero que salía a la derecha de la fuente ya que todo lo
demás se encontraba rodeado por setos.
−
¡Me encanta Rachel! Creo que pasaremos por aquí más de una vez a descansar y
desconectar de todo. Ya empiezo a comprenderte. La casa, la finca, el paisaje,
todo es maravilloso. ¡Oye! Y John ¿has vuelto a saber algo de él?
−
Pues ni he vuelto a saber nada de él ni quiero sinceramente.
−
¿Qué es aquello Rachel? − Me preguntó sorprendida − ¿El qué?
−
Aquello, que se ve al fondo.
−
No sé, acerquémonos y lo averiguamos.
Cuando
llegamos no podía creer lo que mis ojos estaban viendo, Lisa y yo nos miramos
sorprendidas y extrañadas, era... era lo que parecía un cementerio. Estaba
lleno de suciedad, hojas caídas, tierra. Aparté algunos restos con él pié.
−
Es... es lo que yo creo − Dijo Lisa algo asustado.
−
Sí eso parece.
−
Peroo... ¿Qué clase de loco tiene un cementerio de perros en su finca? ¿Y
tantos perros?
Podíamos
contar como veinte tumbas de animales, presididas por dos centrales, donde
parecía que había una pareja un hombre y una mujer.
−
¡Rachel! Vámonos de aquí, esto no me gusta nada, mis pelos se están poniendo
como escarpias.
−
Llamaré a la inmobiliaria y les preguntaré, no me comentaron nada de esto.
Continuará....
Preciosooooo!!!!
ResponderEliminarUmm.....me has dejado intrigada espero que bo tardes en publicar mas.
ResponderEliminarFantasmas o un acosador...haber como va la historia.
Muy bueno, me tienes muy intrigada, a esperar la siguiente entrega!!! Nos leemos guapa ;)
ResponderEliminarMe dejaste intrigada, que valiente la mujer de estar solita en esa casa. Con ganas de mas. Un beso
ResponderEliminarWooooow q intriga!!!! Cada día te superas más, yo soy Rachel y no vivo ahi sola ni de coña, q miedooo sigue asiiii, nos leemos en la siguiente besitooos
ResponderEliminarWooooow q intriga!!!! Cada día te superas más, yo soy Rachel y no vivo ahi sola ni de coña, q miedooo sigue asiiii, nos leemos en la siguiente besitooos
ResponderEliminarMadre mia corazon que intrigada me dejas
ResponderEliminarWooowwww el siguientee trozo mejor q el anterior, cada vez te superas más, yo soy Rachel y por más mona q sea la casa m mudó echando ostiassss q miedooo por dios, deseando leer masa, besitos 😘😘😘
ResponderEliminarO.o un cementerio!! K yuyu!!!
ResponderEliminarLa madre que te parió Lorena!!! ,La historia está genial,pero recuérdame que jamás de los jamases me quedé a solas contigo en un despacho con las paredes de ese color.
ResponderEliminarQue sepas que gracias a tu imaginación,está noche como vigilante que soy, voy a hacer la ronda porque no me queda otra,pero que sepas que por donde la tengo que hacer,antes estaba el antiguo cementerio de Chamberí,sólo te digo eso cachonda.
Me encanto Lore eres genial cariño 👄👄👄
ResponderEliminarMe encanto Lore eres genial cariño 👄👄👄
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